Cerro Rosado

Esta mañana el cielo se despejó luego de cuatro días de nubes y lluvia, por eso decidimos emprender el camino al cerro Rosado que cada día vemos a través de nuestra ventana
Desayunamos, preparamos el mate y nos dirigimos al sendero Laguna Torre que se inicia del otro lado de la calle de casa, una vez allí nos desviamos a la derecha para acercarnos a la montaña.

En amarillo, más o menos el camino que seguimos


Si bien al principio contamos con sendero, a poco de andar empezamos a caminar sobre el campo, guiándonos con la canaleta de agua ahora seca. Trepamos mucho, con una verticalidad que Leo adivinó como de 45 grados. Se trató de la caminata más pesada que hemos hecho desde que llegamos, por no contar con camino y por ir siempre hacia arriba.

Como la ventana de nuestra casita tiene una gran vista del cerro ya habíamos planeado una ruta para seguir. Sin embargo, una vez en la loma uno empieza a divisar nuevas posibilidades, ya que la perspectiva cambia. Afortunadamente, nos atuvimos al plan a pesar de los deseos y atravesamos un pequeño bosque que nos acercó a la cima sin problemas ni peligros.


Entonces, empezamos a tomar en cuenta seriamente dos pautas, la primera seguir la ruta pensada previamente y, en el camino al elegir la ruta, pensar en el espacio de posible caída para no caer al aire libre en caso de accidente

Una vez en la cima, pudimos disfrutar de un cielo azul despejado y todos los cerros desde El Chaltén, El Torre, Poincenot, Electrico, Cordon Adela y Cerro Solo incluyendo al Lago Viedma, el pueblo entero y el Glaciar Piedras Blancas.


Glaciar Piedras Blancas

Felices de llegar, comimos chocolate y atravesamos otro bosque desde el cual -siempre en la cima- tuvimos una hermosa vista del Valle del Río de las Vueltas y formaciones rocosas del Rosado que nos fascinaron. Además, estábamos tan alto que vimos un condor desde arriba. Así es, una de estas aves estaba en una de las paredes rocosas de la montaña. Su vuelo siempre sorprende y al admirarlo uno siempre hace silencio para gozarlo

Valle del Río de las Vueltas


Luego de unos mates fresquitos con más chocolate, buscamos el lugar para bajar. Esperábamos encontrarnos con el sendero que se dirige a la laguna Capri. De nuevo, haciendonos camino en el campo, bajamos por otra canaleta seca y allí encontramos huesos de vaca y.... una hermosa pluma negra de Cóndor, el mejor de los regalos que nos pudo dar El Chaltén.

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